ENFERMEDADES INVISIBLES

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Vitaly Yekleris, Figure male model. Repin Academy of Fine Arts

Puesto que cierto número de obras nos muestran que toda práctica debe surgir de una teoría, estudiamos, de consiguiente, cada enfermedad en su lugar adecuado, nos preguntamos la causa de la presencia en nosotros de enfermedades del espíritu, enfermedades cuyo origen es el espíritu, visibles mediante el resplandor de su luz particular. Pues el espíritu representa la mitad del hombre.

Paracelso (1493-1541)
De las enfermedades invisibles y de sus causas

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UNA SOLA LIBIDO

Master of Frankfurt (South Netherlandish, 1460-ca. 1533): The Painter and his Wife

Master of Frankfurt (South Netherlandish, 1460-ca. 1533): The Painter and his Wife

Dado que no podemos descartar el concepto de que la excitación sexual obedece a la acción de determinadas sustancias químicas, parecería obvio esperar que la bioquímica nos revele algún día dos agentes distintos, cuya presencia produciría respectivamente la excitación sexual masculina y la femenina. Pero esta esperanza no es evidentemente menos ingenua que aquella otra, felizmente superada hoy, de que sería posible aislar bajo el microscopio los distintos factores causales de la histeria, la neurosis obsesiva, la melancolía, etc.

También en el quimismo de la sexualidad las cosas deben ser un tanto más complicadas. Para la psicología, sin embargo, es indiferente si en el cuerpo existe una sola sustancia estimulante sexual, o dos, o un sinnúmero de ellas. El psicoanálisis nos ha enseñado a manejarnos con una sola libido, aunque sus fines, o sea, sus modos de gratificación, puedan ser activos y pasivos. En esta antítesis, sobre todo en la existencia de impulsos libidinales con fines pasivos radica el resto de nuestro problema.

Sigmund Freud
Sobre la sexualidad femenina, 1931

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QUE TODO SEA UN SUEÑO

Vladimir Semenskiy, Desire. 2013

Vladimir Semenskiy, Desire. 2013

Haz, oh Dios mío, que todo sea un sueño, que mañana, despertándonos a la vida, advirtamos que hasta entonces estábamos perdidos en el abismo, donde todo era pavorosamente deforme; que como los peces en el mar, éramos creaturas encerradas en una prisión líquida que nos agobiaba con pesadillas terribles.

Marsilio Ficino
Theologia Platonica – 1474

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LA SOCIEDAD HUMANA Y LA NEUROSIS

 Martiros Saryan, "Head of the girl" (1923)

Martiros Saryan, «Head of the girl» (1923)

Nuestra comparación entre el tabú y la neurosis obsesiva revela ya las relaciones existentes entre las diversas formas de neurosis y las formaciones sociales y, al mismo tiempo, la importancia que presenta el estudio de la psicología de las neurosis para la inteligencia del desarrollo de la civilización.

Las neurosis presentan, por una parte, sorprendentes y profundas analogías con las grandes producciones sociales del arte, la religión y la filosofía, y, por otra, se nos muestran como deformaciones de dichas producciones. Podríamos casi decir que una histeria es una caricatura de una obra de arte, que una neurosis obsesiva es una caricatura de una religión y que un delirio paranoico es una caricatura de un sistema filosófico deformado. Tales deformaciones se explican en último análisis por el hecho de que las neurosis son formaciones asociales que intentan realizar con medios particulares lo que la sociedad realiza por medio del esfuerzo colectivo. Analizando las tendencias que constituyen la base de las neurosis, hallamos que las tendencias sexuales desempeñan un papel decisivo, mientras que las formaciones sociales a que antes hemos aludido reposan sobre tendencias nacidas de una reunión de factores egoístas y factores eróticos. La necesidad sexual es impotente para unir a los hombres, como lo hacen las exigencias de la conservación. La satisfacción sexual es, ante todo, una cuestión privada e individual.

Desde el punto de vista genético, la naturaleza social de la neurosis se deriva de su tendencia original a huir de la realidad, que no ofrece satisfacciones, para refugiarse en un mundo imaginario lleno de atractivas promesas. En este mundo real, del que el neurótico huye, reina la sociedad humana con todas las instituciones creadas por el trabajo colectivo, y volviendo la espalda a esta realidad, se excluye por sí mismo el neurótico de la comunidad humana.

Sigmund Freud
Tótem y Tabú

Mejor con psicoanálisis

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NO TODOS SOMOS NEURÓTICOS

No todos somos neuróticos. Lo que sucede es que los mecanismos que están en juego en la neurosis son los mismos mecanismos que están en juego en el funcionamiento normal del aparato psíquico. Los mecanismos no son ni neuróticos ni patológicos.

Freud aproxima la enfermedad a la normalidad, no hace de lo normal algo patológico.

Su pensamiento nos enseña que salud y enfermedad no son antagónicas, sino que son dos formas de producción. Así como en el hombre sano está en potencia la neurosis, en el neurótico lo está la salud. Pero hay que producirlas, no están dadas por sí mismas.

 

Ruy Henríquez
psicoanalista

Mejor con psicoanálisis

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